En Septiembre de 2025 realicé esta ruta por uno de esos rincones de la Sierra Norte de Madrid donde se mezclan naturaleza, arqueología y patrimonio histórico: la Dehesa de la Oliva, la presa del Pontón de la Oliva y el cañón del río Lozoya. Una ruta perfecta para pasar una mañana de senderismo disfrutando de bonitos paisajes y restos de antiguas civilizaciones.
Índice
Yacimiento arqueológico de la Dehesa de la Oliva, Presa del Pontón de la Oliva y Cañón del río Lozoya



| 10’6 KM | 2H 45′ | Baja/Media | 181 M. | > 12 años | Sí | No | No |
Parking
Para realizar esta ruta de senderismo, se puede dejar el coche en alguno de estos 2 parkings:
Aparcamiento Cerro de la Oliva y Cueva del Reguerilllo: Ubicado más próximo al cerro. Es pequeño y se llena rápido, pero es el más recomendable para realizar esta ruta.
Aparcamiento del Pontón de la Oliva: Tiene bastante más capacidad, pero el parking es bastante malo, con problemas para salir si alguien deja el coche mal aparcado. Además hay opiniones de que puede haber robos en días que hay poca ocupación.
Cueva del Reguerillo
En la Cueva del Reguerillo se han encontrado manifestaciones artísticas antiguas (Paleolítico) y materiales de agricultores del Neolítico. No es visitable y hay un cartel indicando que hay riesgo de desprendimientos:

Yacimiento arqueológico de la Dehesa de la Oliva
Un enclave único donde han aparecido restos desde el Paleolítico Superior (manifestaciones rupestres en la Cueva del Reguerillo) hasta la época visigoda y medieval. En el cerro se levantó una ciudad romano-republicana organizada con calles, viviendas, murallas y edificios públicos, que más tarde se reutilizó como necrópolis tardoantigua con 33 tumbas. Pasear por sus ruinas es como retroceder en el tiempo y asomarse a más de dos mil años de historia.
Edificio Porticado
En la parte norte del yacimiento se alza este gran conjunto de carácter público o comercial. Aprovechando la pendiente natural, se construyó un edificio de varias plantas con soportales en la fachada, sostenidos por basas y pilares de gran tamaño. La anchura de los muros y la presencia de materiales como tejas y cerámica apuntan a un espacio urbano destacado, vinculado a la vida social de la comunidad:


Edificio Pilares
Levantado sobre basamentos de piedra que sostenían una cubierta ligera, este edificio se asocia con almacenes, talleres o espacios colectivos. Los restos muestran suelos de tierra batida y áreas de uso práctico. Su monumentalidad indica que era un punto central en la organización urbana del asentamiento:

El Caserío
Conjunto de viviendas domésticas que permiten asomarse a la vida cotidiana de la época. Presentan estancias para cocinar, patios y almacenes, algunos con hornos excavados. La adaptación al terreno obligó a crear plantas irregulares, escalones en la roca y compartimentaciones internas. Las casas se situaban en manzanas con calles que facilitaban la circulación y articulaban la vida urbana:

Restos Muralla y Mirador
La ciudad se defendía mediante una muralla de mampostería, especialmente en la ladera sur, más vulnerable. Desde aquí se domina la confluencia del Lozoya y el Jarama, un enclave estratégico para el control de rutas hacia Somosierra:

Hoy, además, este punto es un mirador natural con espectaculares vistas al valle:

Necrópolis Tardoantigua
Entre los siglos V y VIII d. C., el cerro dejó de funcionar como núcleo urbano y parte del espacio se destinó a cementerio. Se han excavado 33 tumbas, de distintos tipos: fosas simples, sepulturas con lajas de caliza o pizarra, cistas revestidas y tumbas con clavos de ataúdes. Los difuntos se colocaban en decúbito supino (boca arriba), generalmente envueltos en sudarios. Este hallazgo refleja cómo el lugar mantuvo un carácter simbólico y religioso tras el abandono de la ciudad.
Ruinas Iglesia Virgen de la Oliva
A los pies del cerro, junto al camino hacia el Pontón de la Oliva, se levantan los restos de esta iglesia románico-gótica (siglos XIII-XIV). Fue un centro de culto para las poblaciones medievales de la zona y hoy se conservan sus muros de mampostería y la cabecera semicircular. El lugar se ha convertido en una parada cultural imprescindible para comprender la continuidad de la ocupación en este enclave:

Presa del Pontón de la Oliva
La Presa del Pontón de la Oliva, situada en Lozoya, mide 27 metros de altura y 120 metros de longitud. Construida a finales del siglo XIX para abastecer de agua a Madrid, conserva su estructura original de mampostería y su desagüe de arco, mostrando la ingeniería hidráulica de la época:



El entorno que rodea la presa combina bosques de pino silvestre y robles con zonas abiertas que permiten vistas del embalse y del valle del Lozoya. Es también un lugar muy popular entre los aficionados a la escalada, que aprovechan las paredes de roca cercanas para practicar esta actividad:

Cañón del río Lozoya
El Cañón del Río Lozoya, aguas abajo de la presa, se caracteriza por sus paredes rocosas de hasta 30 metros de altura. La corriente del río ha modelado a lo largo del tiempo las formaciones de roca granítica y caliza, creando un paisaje marcado y dinámico:


El sendero que bordea el cañón es estrecho y en algunos tramos rocoso, con miradores naturales que permiten contemplar el río y las paredes del cañón. La vegetación incluye una fresneda junto al río, así como sauces, alisos y algunas encinas, mientras que las aves rapaces y especies acuáticas completan el ecosistema local:


A lo largo del camino también se pueden ver algunas cuevas naturales en las paredes rocosas, que añaden interés al recorrido:

Se recomienda precaución con las abejas a lo largo de la ruta, ya que son abundantes en la zona durante los meses cálidos:




La caminata finaliza en una bonita vista de los cortados y las cárcavas de Alpedrete de la Sierra, un excelente punto panorámico que permite apreciar la fuerza de la erosión y la belleza del paisaje circundante:





